Alberto Beingolea, en una de las salas de visita de CMD
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Alberto Beingolea, una de las voces más autorizadas desde hace más de una década dentro del periodismo deportivo, profesión que, según él, lo persiguió constantemente a lo largo de su carrera y que aprendió en la mejor escuela, en «América Televisión», de tal modo que a los 17 años optó por estudiar algo diferente en la universidad y que lo apasionaba también, el derecho, rememora su trayectororia artística y periodística. Asimismo, aclara que no imita a Fernando Niembro y que no es hincha de la “U”, de Alianza ni de Cristal.
Por Eduardo Li
Espero un rato afuera del canal, Media Networks, justo al lado de «El Campo de Marte», minutos antes de las 10pm, hora en que comienza el programa «Partido Aparte». Quien me recibe es Daniel Peredo y quien justamente fue el contacto para conseguirme la nota con Alberto Beingolea. Me hace pasar, me invita a sentarme en la sala de recepción y me dice que «Alberto no tarda en llegar». Así es, en pocos minutos éste aparece «enternadísimo» e impecable, de pies a cabeza —a diferencia de Peredo, quien sólo está medio enternado, naturalmente sólo de la cintura para arriba, lo justo para su aparición en TV—. Lo extraño y hasta un poco cómico, no sé por qué aún, es ver entrar a Beingolea a un ritmo agitado y comiendo un chocolate «Princesa». Me paro del sillón en el que aguardaba, me presento y nos damos un fuerte apretón de manos.
Terminado «Partido Aparte», nos vamos a una sala de invitados, en el mismo canal. Aparentemente él está algo apresurado, pero muy predispuesto a darme la nota. Le pregunto si lo puedo tutear. “No tengo problemas”, responde. Se desajusta un poco la corbata que lo estrangulaba y comenzamos la conversación.
Exigen una explicación
Alberto Beingolea se jacta de ser un periodista serio, es decir, imparcial. Además, confiesa no ser hincha de ningún equipo de primera división (y le creo). «Seguramente me van a acusar de chovinista, pero me considero muy “terruño”: soy muy peruano, limeño y barranquino, por lo que desde niño siempre he sido, hasta ahora, hincha del “Santiago de Barranco”, equipo de una liga de ese distrito y al que iba a ver todos los domingos cuando era niño; de manera que eso me alivió un poco como periodista. En todo caso, si fuera hincha de un equipo de primera división, para ejercer la profesión de periodista, tendría que abandonarlo. Y de no ser posible, dejarlo absolutamente de lado, al punto de poder identificarme con las victorias de uno u otro equipo, sentirlas como propias para poder transmitirlas. Porque un periodista si, además, es capaz de transmitir emociones, redondeó toda su tarea. Es eso lo que yo intento hacer. El problema es que nacen comentarios como: “¿ves?, es cagón”, al celebrar el campeonato después de 18 años, por ejemplo; o “te dije, era gallina”, al compartir el festejo del tricampeonato de la ‘U’», explica Beingolea.
Una larga carrera entre varias pasiones y burbujas
Entre ser periodista y futbolista, él confiesa hidalgamente que hubiese preferido lo segundo. Pero aclara que para nada es un futbolista frustrado —al igual que la mayoría de periodistas en el mundo del fútbol, que seguramente, percibo yo, quieren expresar digna y orgullosamente la satisfacción que sienten al ejercer el periodismo—. «Pero sobre todas las cosas, hubiese querido ser un músico talentosísimo o un gran cantante. Producir belleza es lo que a mí me cautiva», manifiesta, reflejando en su semblante cierta nostalgia, la cual ciertamente tiene que ver con su pasado artístico como «burbujito».
A finales de los años 70, Yola Polastry lanza una convocatoria a los niños para que puedan cantar en televisión. Beingolea, a sus 13 años, se presentó y lo seleccionaron. Mientras grababan el segundo LP de Yola, «Parrondas y Parronditas», a ella se le ocurre realizar una secuencia llamada «Los Niños y su Mundo», espacio en el cual se brindaría información acerca del Mundial Argentina 78 que estaba por llegar y al que asistiría también la conductora. El desenlace fue muy curioso y determinante para el presente de Alberto Beingolea. Para la conducción de dicha secuencia, Yola escogió a Beingolea después de que, increíblemente, otros cinco chicos rechazaran la propuesta, por distintos motivos. El «burbujito», fanático del fútbol desde muy temprana edad, aceptó sin pensarlo dos veces, en una época en la cual no existía aún programas deportivos. «¿Te imaginas que ahora a alguien le propongas conducir un programa deportivo? Es bien difícil que te diga que no. Bueno, hubo cinco chicos antes que yo que no quisieron», comenta él sonriendo, asumiendo y celebrando una suerte que le trajo el destino.
En ese sentido, fue así como comenzó su carrera en el periodismo deportivo. Sin embargo, a pesar de varias renuncias a la televisión, el periodismo lo persiguió. «Después de cuatro años, cuando cumplí 17, decidí renunciar a la televisión y comenzar firmemente mi historia en el derecho. Resolví que ya era muy grande para continuar con esta secuencia infantil. A parte de que ya estaba en la universidad (PUCP), y una cosa es que te cochineen en el colegio (San Luis de Barranco) y otra que te frieguen en la universidad por estar en un programa infantil. Pero al poco tiempo, el Canal 4 me llama por teléfono a mi casa diciéndome que se venía el Mundial de España 82 y que me querían para que participe como comentarista», cuenta Alberto Beingolea, catedrático de la Universidad San Martín de Porres, en el curso de derecho penal y profesor de periodismo deportivo en la Universidad Católica.
Pero a finales de los 90, por problemas personales, decide salir de «América Televisión», su casa durante 13 años. Ese momento coincidió con la finalización de su carrera en la universidad, por lo que después de su renuncia estaba dispuesto a ejercer íntegramente la abogacía. No obstante, a las dos semanas, «Panamericana Televisión» llama al periodista para que trabaje con ellos, que se venía el Mundial de Italia 90. Nuevamente, meses después, renunció, pero cuando la televisión nuevamente llamó a su casa. Esta vez, desde «Global», para conducir aquel famoso programa de los 90, «Goles en Acción». De allí, para conducir «El Equipo de Goles», se trasladó a «ATV», en donde renunció al corto tiempo, denunciando que era un canal que se había entregado al «fujimorismo». Y “para variar”, pensando que esta vez sí se dedicaría por completo al derecho, recibe el llamado de «CMD», canal en donde se desempeña hasta la actualidad.
¿El «Fernando Niembro peruano» o el «Alberto Beingolea argentino»?
Cuando le pregunté sobre su opinión acerca de las comparaciones entre él y Fernando Niembro (comentarista de Fox Sports América), hace una pequeñísima pausa antes de reaccionar. «Me hacen muchísima gracia… me hacen muchísima gracia», responde riéndose, a mi parecer, de forma no muy natural. Al instante, en su rostro se refleja un aire de seriedad, dándome a entender que en realidad no le causa nada de gracia. «Me parece una idea bien jalada de los pelos. Ni siquiera lo veo. Fue a raíz de los escándalos de Maradona, como tuve por primera vez conciencia de la existencia de Fernando Niembro, quien escribió un libro defendiéndolo (“Inocente”). Me llamó la atención. Comencé a escucharlo para saber qué decía sobre el tema y yo discrepaba totalmente de lo que exponía. Aunque actualmente no me parece mal periodista. Pero si tú me preguntas quién me gusta a mí, Macaya Márquez (conductor de “Fútbol de Primera”), sin duda».
«Yo no veo televisión desde hace muchísimo tiempo, porque en general me parece muy mala y me hartó. Y en particular no me gusta el periodismo deportivo argentino, ya que considero que es grandilocuente y atorrante. Además, siempre reivindiqué el talento peruano, que ha sido tan ninguneado. Por otro lado, no sé cuánto tiempo tendrá Niembro en la televisión, pero cuando él comenzó a ser figura, yo ya estaba en la televisión desde hace muchísimo tiempo. Así que no me vengan a decir que imito a Niembro. Niembro me imitará a mí, de repente… seguramente. Pero, además, seguramente, ¡ah! Ojo, no pretendo decir que soy mejor o peor que Fernando Niembro. Simple y llanamente que, hasta donde me da a mí la razón, él es posterior a mí en la televisión. Repito, yo no sé cuánto tiempo tenga Niembro en la televisión, pero yo tengo allí más de 30 años… y ya con bigotes antes de que Niembro aparezca», argumenta algo enérgico, alzando ligeramente el tono de su voz y frunciendo las cejas
«Tomaste la chicha»
Muchos identifican a Alberto Beingolea por el bigote. La razón por la que éste se lo deja es por un problema con el afeitado. A los 17 años, cuando él ya era una persona muy pública al comentar el Mundial de Argentina 78, le crecía un bozo muy insistente. Se afeitaba, cada vez con mayor fuerza, al punto que se irritaba. Era una cosa horrible. Entonces, tenía dos problemas: el primero, que lo fastidiaban por el persistente bozo y la irritación que le producía. «Tomaste la chicha», le fastidiaban. El segundo, que le era muy doloroso afeitarse. «Hasta que en el año 92 me fui a Varadero, donde tuve mis primeras vacaciones. Aprovechándolas, entre otras cosas, decido no afeitarme. ¿Sabes lo que era para mí no afeitarme durante 10 días? Era lo máximo, una realización absoluta. Y cuando regreso de viaje, me doy cuenta de que el bozo horrible y persistente se había convertido en un bigotito bien feo, o algo parecido. A partir de una decisión propia bien atrevida, aparezco así en televisión. Así hasta ahora», explica, con cierta satisfacción y deleite, como si estuviera viviendo nuevamente esa época de «realización».
Hasta un próximo partido
Beingolea prefiere, de manera sensata, no hablar acerca de sus colegas periodistas. Entonces damos por concluida la conversación. Se despide de una manera muy cordial y, con la misma premura con la que entró, sale de la pequeña sala del canal, lugar en donde me dejó la clara impresión de ser un gran tipo, sencillo, muy inteligente y seguro de sí mismo.
Por Eduardo Li
Espero un rato afuera del canal, Media Networks, justo al lado de «El Campo de Marte», minutos antes de las 10pm, hora en que comienza el programa «Partido Aparte». Quien me recibe es Daniel Peredo y quien justamente fue el contacto para conseguirme la nota con Alberto Beingolea. Me hace pasar, me invita a sentarme en la sala de recepción y me dice que «Alberto no tarda en llegar». Así es, en pocos minutos éste aparece «enternadísimo» e impecable, de pies a cabeza —a diferencia de Peredo, quien sólo está medio enternado, naturalmente sólo de la cintura para arriba, lo justo para su aparición en TV—. Lo extraño y hasta un poco cómico, no sé por qué aún, es ver entrar a Beingolea a un ritmo agitado y comiendo un chocolate «Princesa». Me paro del sillón en el que aguardaba, me presento y nos damos un fuerte apretón de manos.
Terminado «Partido Aparte», nos vamos a una sala de invitados, en el mismo canal. Aparentemente él está algo apresurado, pero muy predispuesto a darme la nota. Le pregunto si lo puedo tutear. “No tengo problemas”, responde. Se desajusta un poco la corbata que lo estrangulaba y comenzamos la conversación.
Exigen una explicación
Alberto Beingolea se jacta de ser un periodista serio, es decir, imparcial. Además, confiesa no ser hincha de ningún equipo de primera división (y le creo). «Seguramente me van a acusar de chovinista, pero me considero muy “terruño”: soy muy peruano, limeño y barranquino, por lo que desde niño siempre he sido, hasta ahora, hincha del “Santiago de Barranco”, equipo de una liga de ese distrito y al que iba a ver todos los domingos cuando era niño; de manera que eso me alivió un poco como periodista. En todo caso, si fuera hincha de un equipo de primera división, para ejercer la profesión de periodista, tendría que abandonarlo. Y de no ser posible, dejarlo absolutamente de lado, al punto de poder identificarme con las victorias de uno u otro equipo, sentirlas como propias para poder transmitirlas. Porque un periodista si, además, es capaz de transmitir emociones, redondeó toda su tarea. Es eso lo que yo intento hacer. El problema es que nacen comentarios como: “¿ves?, es cagón”, al celebrar el campeonato después de 18 años, por ejemplo; o “te dije, era gallina”, al compartir el festejo del tricampeonato de la ‘U’», explica Beingolea.
Una larga carrera entre varias pasiones y burbujas
Entre ser periodista y futbolista, él confiesa hidalgamente que hubiese preferido lo segundo. Pero aclara que para nada es un futbolista frustrado —al igual que la mayoría de periodistas en el mundo del fútbol, que seguramente, percibo yo, quieren expresar digna y orgullosamente la satisfacción que sienten al ejercer el periodismo—. «Pero sobre todas las cosas, hubiese querido ser un músico talentosísimo o un gran cantante. Producir belleza es lo que a mí me cautiva», manifiesta, reflejando en su semblante cierta nostalgia, la cual ciertamente tiene que ver con su pasado artístico como «burbujito».

En ese sentido, fue así como comenzó su carrera en el periodismo deportivo. Sin embargo, a pesar de varias renuncias a la televisión, el periodismo lo persiguió. «Después de cuatro años, cuando cumplí 17, decidí renunciar a la televisión y comenzar firmemente mi historia en el derecho. Resolví que ya era muy grande para continuar con esta secuencia infantil. A parte de que ya estaba en la universidad (PUCP), y una cosa es que te cochineen en el colegio (San Luis de Barranco) y otra que te frieguen en la universidad por estar en un programa infantil. Pero al poco tiempo, el Canal 4 me llama por teléfono a mi casa diciéndome que se venía el Mundial de España 82 y que me querían para que participe como comentarista», cuenta Alberto Beingolea, catedrático de la Universidad San Martín de Porres, en el curso de derecho penal y profesor de periodismo deportivo en la Universidad Católica.
Pero a finales de los 90, por problemas personales, decide salir de «América Televisión», su casa durante 13 años. Ese momento coincidió con la finalización de su carrera en la universidad, por lo que después de su renuncia estaba dispuesto a ejercer íntegramente la abogacía. No obstante, a las dos semanas, «Panamericana Televisión» llama al periodista para que trabaje con ellos, que se venía el Mundial de Italia 90. Nuevamente, meses después, renunció, pero cuando la televisión nuevamente llamó a su casa. Esta vez, desde «Global», para conducir aquel famoso programa de los 90, «Goles en Acción». De allí, para conducir «El Equipo de Goles», se trasladó a «ATV», en donde renunció al corto tiempo, denunciando que era un canal que se había entregado al «fujimorismo». Y “para variar”, pensando que esta vez sí se dedicaría por completo al derecho, recibe el llamado de «CMD», canal en donde se desempeña hasta la actualidad.
¿El «Fernando Niembro peruano» o el «Alberto Beingolea argentino»?
Cuando le pregunté sobre su opinión acerca de las comparaciones entre él y Fernando Niembro (comentarista de Fox Sports América), hace una pequeñísima pausa antes de reaccionar. «Me hacen muchísima gracia… me hacen muchísima gracia», responde riéndose, a mi parecer, de forma no muy natural. Al instante, en su rostro se refleja un aire de seriedad, dándome a entender que en realidad no le causa nada de gracia. «Me parece una idea bien jalada de los pelos. Ni siquiera lo veo. Fue a raíz de los escándalos de Maradona, como tuve por primera vez conciencia de la existencia de Fernando Niembro, quien escribió un libro defendiéndolo (“Inocente”). Me llamó la atención. Comencé a escucharlo para saber qué decía sobre el tema y yo discrepaba totalmente de lo que exponía. Aunque actualmente no me parece mal periodista. Pero si tú me preguntas quién me gusta a mí, Macaya Márquez (conductor de “Fútbol de Primera”), sin duda».
«Yo no veo televisión desde hace muchísimo tiempo, porque en general me parece muy mala y me hartó. Y en particular no me gusta el periodismo deportivo argentino, ya que considero que es grandilocuente y atorrante. Además, siempre reivindiqué el talento peruano, que ha sido tan ninguneado. Por otro lado, no sé cuánto tiempo tendrá Niembro en la televisión, pero cuando él comenzó a ser figura, yo ya estaba en la televisión desde hace muchísimo tiempo. Así que no me vengan a decir que imito a Niembro. Niembro me imitará a mí, de repente… seguramente. Pero, además, seguramente, ¡ah! Ojo, no pretendo decir que soy mejor o peor que Fernando Niembro. Simple y llanamente que, hasta donde me da a mí la razón, él es posterior a mí en la televisión. Repito, yo no sé cuánto tiempo tenga Niembro en la televisión, pero yo tengo allí más de 30 años… y ya con bigotes antes de que Niembro aparezca», argumenta algo enérgico, alzando ligeramente el tono de su voz y frunciendo las cejas
«Tomaste la chicha»
Muchos identifican a Alberto Beingolea por el bigote. La razón por la que éste se lo deja es por un problema con el afeitado. A los 17 años, cuando él ya era una persona muy pública al comentar el Mundial de Argentina 78, le crecía un bozo muy insistente. Se afeitaba, cada vez con mayor fuerza, al punto que se irritaba. Era una cosa horrible. Entonces, tenía dos problemas: el primero, que lo fastidiaban por el persistente bozo y la irritación que le producía. «Tomaste la chicha», le fastidiaban. El segundo, que le era muy doloroso afeitarse. «Hasta que en el año 92 me fui a Varadero, donde tuve mis primeras vacaciones. Aprovechándolas, entre otras cosas, decido no afeitarme. ¿Sabes lo que era para mí no afeitarme durante 10 días? Era lo máximo, una realización absoluta. Y cuando regreso de viaje, me doy cuenta de que el bozo horrible y persistente se había convertido en un bigotito bien feo, o algo parecido. A partir de una decisión propia bien atrevida, aparezco así en televisión. Así hasta ahora», explica, con cierta satisfacción y deleite, como si estuviera viviendo nuevamente esa época de «realización».
Hasta un próximo partido
Beingolea prefiere, de manera sensata, no hablar acerca de sus colegas periodistas. Entonces damos por concluida la conversación. Se despide de una manera muy cordial y, con la misma premura con la que entró, sale de la pequeña sala del canal, lugar en donde me dejó la clara impresión de ser un gran tipo, sencillo, muy inteligente y seguro de sí mismo.
2 comentarios:
interesante
Ud. es despreciable y voy a votar por humala, solo por que UD. el más grande argollero de la historia del futbol nacional es un fiasco; recuerde esta frase: a maestri le revota la pelota y el otro jugador toma ese rebote y gol; participo en la jugada! y claro despues de haberse perdido 100 goles. UD apesta!
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