16 de octubre de 2009

Intersexualidad

Antes que nada, quisiera denunciar a la web de El Comercio, porque he intentado dejar comentarios en una de sus notas, pero fueron censurados y no los han publicado. En esto intento criticaba la falta de responsabilidad al publicar noticias sin antes haber realizado una investigación rigurosa previa, generando una opinión pública errónea. Qué extraño que en un medio de comunicación, un diario, me priven de dejar mi apreciación. En realidad no hay total libertad de expresión en El Comercio. En fin.

A continuación, el artículo:

Niño de ocho años de edad es sometido a cambio de sexo en Estados Unidos

13:31 | Desde los 4 años quería ser niña. Sus padres estuvieron de acuerdo siempre con la adopción de su nueva identidad

El portal mexicano El Gráfico recoge la polémica y sorprendente historia de José Romero, un niño de ocho años que se acaba de cambiar de sexo. Sus padres dicen que desde los cuatro años sentía que había nacido con el sexo equivocado. Su seguridad llevó a sus padres a concederle el sueño de convertirse en niña.
“A medida que José crecía comenzó a decir que se sentía como una niña y cuando tenía cuatro años de edad insistió que realmente era una niña y no un niño”, declaró la madre del menor, que también aseguró que en todo momento ella y su esposo estuvieron de acuerdo con su hijo en el cambio de sexo y la adopción de su nueva identidad.
El nuevo nombre del pequeño es Josie y afirma que “ser una niña es bueno porque me permite hornear y cocinar, llevar el cabello largo y usar aretes”. Cuando “Josie” cumpla los doce años comenzará a tomar hormonas femeninas.
El estado de Arizona ya lo tiene registrado como mujer y a partir del momento que desee, Josie podrá llevar vida de mujer.
(Fuente: http://elcomercio.pe/noticia/355693/nino-ocho-anos-edad-sometido-cambio-sexo-estados-unidos )

Por favor, sigan el link y aprecien los desatinados comentarios. Es producto de la ignorancia; no los culpo. Pero sí culpo al periodista de El Comercio, quien publicó esta nota (Y al de El Gráfico -México-, de donde proviene la nota original). Les explicaré por qué en el desarrollo de esta entrada.

EL cambio de sexo no es tan fácil como el común de las personas se imagina (y no los culpo, como repito), no es como cambiar de timón a un auto japonés. Es inmensamente más complicado. Me explico: en muy raras ocasiones ( 0.05%, o sea, 1 de cada 2000), el bebé nace intersexual, es decir, hermafrodita. Eso sucede cuando al nacer muestra, en grados variables, caracteres sexuales de ambos sexos.

¿Cómo sucede esto? Al nacer, el niño (o niña) puede poseer una abertura vaginal la cual puede estar parcialmente fusionada, un órgano eréctil (pene o clítoris) más o menos desarrollado y ovarios o testículos, los cuales suelen ser internos. La ambiguedad no llega a ser sólo fisiológica, sino pasa también por un tema hormonal, genital y psicológico.

Lo complicado llega a ser para los padres y doctores decidir, a partir de varios factores (como la inclinación hacia cierto sexo), qué sexo tendrá en adelante el individuo. A partir de ahí, se debe someter a una intervención quirúrgica, luego, durante un largo periodo, se lleva a cabo un tratamiento hormonal y psicológico. Es muy posible que a cierta edad el sujeto no se sienta conforme con su sexo y decida cambiárselo. Tal vez, este es el caso de José Romero (protagonista de la nota publicada por El Comercio).

Como verán, es mucho más complicado de lo que uno cree. No podemos juzgar a los padres por haber tomado una decisión tan delicada e importante. No es aberrante, como comentó una persona en el portal de El Comercio.

No he estudiado medicina, psicología, ni nada parecido. Solo leí un poco. Les recomiendo leer el reportaje: La verdadera historia de John-Joan. Es un poco largo, pero es interesantísimo. Es un caso real e histórico en el mundo de la medicina.

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Para seguir criticando la falta de libertad de expresión en El Comercio, en esta nota: http://elcomercio.pe/noticia/355630/seleccion-malos-peor-equipo-eliminatorias también intenté dejar mi comentario, pero también fue censurado. Lamentable.

El comentario fue el siguiente:

"Me parece reprochable esta nota. ¿Qué tiene de constructivo? Este es el tipo de actitud de la prensa que, a punta de sarcásmos, fomenta desunión entre los involucrados en el fúbol peruano, falta de crédito hacia los jugadores y complejo de inferioridad por parte de los mismos. Es justamente lo que tanto se critica a la prensa de este país."


9 de julio de 2009

Un partido aparte con Alberto Beingolea

Alberto Beingolea, en una de las salas de visita de CMD
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Alberto Beingolea, una de las voces más autorizadas desde hace más de una década dentro del periodismo deportivo, profesión que, según él, lo persiguió constantemente a lo largo de su carrera y que aprendió en la mejor escuela, en «América Televisión», de tal modo que a los 17 años optó por estudiar algo diferente en la universidad y que lo apasionaba también, el derecho, rememora su trayectororia artística y periodística. Asimismo, aclara que no imita a Fernando Niembro y que no es hincha de la “U”, de Alianza ni de Cristal.

Por Eduardo Li

Espero un rato afuera del canal, Media Networks, justo al lado de «El Campo de Marte», minutos antes de las 10pm, hora en que comienza el programa «Partido Aparte». Quien me recibe es Daniel Peredo y quien justamente fue el contacto para conseguirme la nota con Alberto Beingolea. Me hace pasar, me invita a sentarme en la sala de recepción y me dice que «Alberto no tarda en llegar». Así es, en pocos minutos éste aparece «enternadísimo» e impecable, de pies a cabeza —a diferencia de Peredo, quien sólo está medio enternado, naturalmente sólo de la cintura para arriba, lo justo para su aparición en TV—. Lo extraño y hasta un poco cómico, no sé por qué aún, es ver entrar a Beingolea a un ritmo agitado y comiendo un chocolate «Princesa». Me paro del sillón en el que aguardaba, me presento y nos damos un fuerte apretón de manos.

Terminado «Partido Aparte», nos vamos a una sala de invitados, en el mismo canal. Aparentemente él está algo apresurado, pero muy predispuesto a darme la nota. Le pregunto si lo puedo tutear. “No tengo problemas”, responde. Se desajusta un poco la corbata que lo estrangulaba y comenzamos la conversación.

Exigen una explicación
Alberto Beingolea se jacta de ser un periodista serio, es decir, imparcial. Además, confiesa no ser hincha de ningún equipo de primera división (y le creo). «Seguramente me van a acusar de chovinista, pero me considero muy “terruño”: soy muy peruano, limeño y barranquino, por lo que desde niño siempre he sido, hasta ahora, hincha del “Santiago de Barranco”, equipo de una liga de ese distrito y al que iba a ver todos los domingos cuando era niño; de manera que eso me alivió un poco como periodista. En todo caso, si fuera hincha de un equipo de primera división, para ejercer la profesión de periodista, tendría que abandonarlo. Y de no ser posible, dejarlo absolutamente de lado, al punto de poder identificarme con las victorias de uno u otro equipo, sentirlas como propias para poder transmitirlas. Porque un periodista si, además, es capaz de transmitir emociones, redondeó toda su tarea. Es eso lo que yo intento hacer. El problema es que nacen comentarios como: “¿ves?, es cagón”, al celebrar el campeonato después de 18 años, por ejemplo; o “te dije, era gallina”, al compartir el festejo del tricampeonato de la ‘U’», explica Beingolea.

Una larga carrera entre varias pasiones y burbujas
Entre ser periodista y futbolista, él confiesa hidalgamente que hubiese preferido lo segundo. Pero aclara que para nada es un futbolista frustrado —al igual que la mayoría de periodistas en el mundo del fútbol, que seguramente, percibo yo, quieren expresar digna y orgullosamente la satisfacción que sienten al ejercer el periodismo—. «Pero sobre todas las cosas, hubiese querido ser un músico talentosísimo o un gran cantante. Producir belleza es lo que a mí me cautiva», manifiesta, reflejando en su semblante cierta nostalgia, la cual ciertamente tiene que ver con su pasado artístico como «burbujito».

A finales de los años 70, Yola Polastry lanza una convocatoria a los niños para que puedan cantar en televisión. Beingolea, a sus 13 años, se presentó y lo seleccionaron. Mientras grababan el segundo LP de Yola, «Parrondas y Parronditas», a ella se le ocurre realizar una secuencia llamada «Los Niños y su Mundo», espacio en el cual se brindaría información acerca del Mundial Argentina 78 que estaba por llegar y al que asistiría también la conductora. El desenlace fue muy curioso y determinante para el presente de Alberto Beingolea. Para la conducción de dicha secuencia, Yola escogió a Beingolea después de que, increíblemente, otros cinco chicos rechazaran la propuesta, por distintos motivos. El «burbujito», fanático del fútbol desde muy temprana edad, aceptó sin pensarlo dos veces, en una época en la cual no existía aún programas deportivos. «¿Te imaginas que ahora a alguien le propongas conducir un programa deportivo? Es bien difícil que te diga que no. Bueno, hubo cinco chicos antes que yo que no quisieron», comenta él sonriendo, asumiendo y celebrando una suerte que le trajo el destino.

En ese sentido, fue así como comenzó su carrera en el periodismo deportivo. Sin embargo, a pesar de varias renuncias a la televisión, el periodismo lo persiguió. «Después de cuatro años, cuando cumplí 17, decidí renunciar a la televisión y comenzar firmemente mi historia en el derecho. Resolví que ya era muy grande para continuar con esta secuencia infantil. A parte de que ya estaba en la universidad (PUCP), y una cosa es que te cochineen en el colegio (San Luis de Barranco) y otra que te frieguen en la universidad por estar en un programa infantil. Pero al poco tiempo, el Canal 4 me llama por teléfono a mi casa diciéndome que se venía el Mundial de España 82 y que me querían para que participe como comentarista», cuenta Alberto Beingolea, catedrático de la Universidad San Martín de Porres, en el curso de derecho penal y profesor de periodismo deportivo en la Universidad Católica.

Pero a finales de los 90, por problemas personales, decide salir de «América Televisión», su casa durante 13 años. Ese momento coincidió con la finalización de su carrera en la universidad, por lo que después de su renuncia estaba dispuesto a ejercer íntegramente la abogacía. No obstante, a las dos semanas, «Panamericana Televisión» llama al periodista para que trabaje con ellos, que se venía el Mundial de Italia 90. Nuevamente, meses después, renunció, pero cuando la televisión nuevamente llamó a su casa. Esta vez, desde «Global», para conducir aquel famoso programa de los 90, «Goles en Acción». De allí, para conducir «El Equipo de Goles», se trasladó a «ATV», en donde renunció al corto tiempo, denunciando que era un canal que se había entregado al «fujimorismo». Y “para variar”, pensando que esta vez sí se dedicaría por completo al derecho, recibe el llamado de «CMD», canal en donde se desempeña hasta la actualidad.

¿El «Fernando Niembro peruano» o el «Alberto Beingolea argentino»?
Cuando le pregunté sobre su opinión acerca de las comparaciones entre él y Fernando Niembro (comentarista de Fox Sports América), hace una pequeñísima pausa antes de reaccionar. «Me hacen muchísima gracia… me hacen muchísima gracia», responde riéndose, a mi parecer, de forma no muy natural. Al instante, en su rostro se refleja un aire de seriedad, dándome a entender que en realidad no le causa nada de gracia. «Me parece una idea bien jalada de los pelos. Ni siquiera lo veo. Fue a raíz de los escándalos de Maradona, como tuve por primera vez conciencia de la existencia de Fernando Niembro, quien escribió un libro defendiéndolo (“Inocente”). Me llamó la atención. Comencé a escucharlo para saber qué decía sobre el tema y yo discrepaba totalmente de lo que exponía. Aunque actualmente no me parece mal periodista. Pero si tú me preguntas quién me gusta a mí, Macaya Márquez (conductor de “Fútbol de Primera”), sin duda».


«Yo no veo televisión desde hace muchísimo tiempo, porque en general me parece muy mala y me hartó. Y en particular no me gusta el periodismo deportivo argentino, ya que considero que es grandilocuente y atorrante. Además, siempre reivindiqué el talento peruano, que ha sido tan ninguneado. Por otro lado, no sé cuánto tiempo tendrá Niembro en la televisión, pero cuando él comenzó a ser figura, yo ya estaba en la televisión desde hace muchísimo tiempo. Así que no me vengan a decir que imito a Niembro. Niembro me imitará a mí, de repente… seguramente. Pero, además, seguramente, ¡ah! Ojo, no pretendo decir que soy mejor o peor que Fernando Niembro. Simple y llanamente que, hasta donde me da a mí la razón, él es posterior a mí en la televisión. Repito, yo no sé cuánto tiempo tenga Niembro en la televisión, pero yo tengo allí más de 30 años… y ya con bigotes antes de que Niembro aparezca», argumenta algo enérgico, alzando ligeramente el tono de su voz y frunciendo las cejas

«Tomaste la chicha»
Muchos identifican a Alberto Beingolea por el bigote. La razón por la que éste se lo deja es por un problema con el afeitado. A los 17 años, cuando él ya era una persona muy pública al comentar el Mundial de Argentina 78, le crecía un bozo muy insistente. Se afeitaba, cada vez con mayor fuerza, al punto que se irritaba. Era una cosa horrible. Entonces, tenía dos problemas: el primero, que lo fastidiaban por el persistente bozo y la irritación que le producía. «Tomaste la chicha», le fastidiaban. El segundo, que le era muy doloroso afeitarse. «Hasta que en el año 92 me fui a Varadero, donde tuve mis primeras vacaciones. Aprovechándolas, entre otras cosas, decido no afeitarme. ¿Sabes lo que era para mí no afeitarme durante 10 días? Era lo máximo, una realización absoluta. Y cuando regreso de viaje, me doy cuenta de que el bozo horrible y persistente se había convertido en un bigotito bien feo, o algo parecido. A partir de una decisión propia bien atrevida, aparezco así en televisión. Así hasta ahora», explica, con cierta satisfacción y deleite, como si estuviera viviendo nuevamente esa época de «realización».

Hasta un próximo partido
Beingolea prefiere, de manera sensata, no hablar acerca de sus colegas periodistas. Entonces damos por concluida la conversación. Se despide de una manera muy cordial y, con la misma premura con la que entró, sale de la pequeña sala del canal, lugar en donde me dejó la clara impresión de ser un gran tipo, sencillo, muy inteligente y seguro de sí mismo.

1 de julio de 2009

¿Quién asesinó al básquet nacional?

Entrevista a Richard Porras (19/06/2009)

En una etapa en donde ni siquiera existe una liga profesional ni amateur de básquet en el Perú, el ex vicepresidente de la Federación Peruana de Básquet y comentarista de los partidos de la NBA en CMD, Richard Porras, analiza la situación de la actual crisis de este deporte, culpando directamente a los dirigentes.

Por Eduardo Li

¿Quiénes son los principales culpables de la actual crisis en el básquet nacional?
Sin lugar a dudas, los dirigentes. Cada uno tiene que hacer su trabajo y éstos son los que tienen que crear las condiciones para que el básquet se desarrolle; si no lo hacen, ¿cómo hacemos? No se puede hacer nada. Nosotros, los entrenadores, dirigimos; los jugadores juegan; los árbitros arbitran. Insisto, las condiciones las tienen que poner los dirigentes.

Pero tú fuiste vicepresidente de la Federación el año pasado…
Claro, sólo algunos meses, hasta diciembre del año pasado, no más, gracias a Dios. La verdad, quise hacer muchas cosas, lo intenté, pero los dirigentes en ese momento se encargaron de desprestigiarme y boicotear todo lo que hacía. Hicieron lo mismo con el IPD y los Registros Públicos. No vale la pena recordar esa etapa. Sin duda alguna, esta última década, donde ha estado el último presidente de la Federación, el general Ferreyros, fue la más desastrosa.

¿Cómo consideras el desempeño del IPD y de Arturo Woodman como soporte de la FPB?
Creo que Arturo Woodman es un buen tipo. Me he reunido varias veces con él durante el año pasado cuando yo estaba como vicepresidente. Él está dispuesto a apoyar. Sin embargo, en la Federación teníamos un problema con el IPD. Era básicamente que había dirigentes, no voy a darte nombres, quienes creían que lo sabían todo. Entonces, uno iba con un proyecto y lo rechazaban, iba con otro proyecto y volvía a rebotar. Había especialmente un dirigente, de quien dependíamos nosotros, a quien todo lo que llevábamos tenía como respuesta un “no, no, no…”. Pero Arturo no es una persona bruta, es inteligente. Es un tipo a quien le conversas, le planteas las cosas bien, le dices que necesitas cierta cantidad de dinero y te va a decir que sí. Todo depende, también, de lo que uno le presente, tiene que ser razonable; ya que él maneja dinero del Estado, no lo puede tirar al caño.

¿Consideras oportuna la intervención del IPD en la FPB, a través de una comisión transitoria, para llevar a cabo nuevas elecciones electorales y regularizar los problemas jurídicos y económicos?
Totalmente. Ahora en el básquet todo el mundo está peleado. Pero la realidad, en primer lugar, es que en la directiva anterior generaron una serie de confusiones en cuanto a la institucionalidad de la Federación, generando una variedad de trabas en los Registros Públicos. Éstas fueron originadas por un señor, te lo voy a decir con nombre y apellido, Gastón Luna Guillén, quien fue el otro vicepresidente, confabulado con el general Ferreyros, haciendo hasta lo imposible para que nadie se pueda inscribir. En segundo lugar, estos señores, realizaron una elección digitada, de tal manera que “ganaban” los candidatos que ellos mismos elegían. Está comprobado. Hay documentos y testimonios, entre ellos, el mío, que lo demuestran. En tercer lugar, la conveniencia de la comisión transitoria se da a través de un marco en el que en este momento todo el básquet está polarizado. Están los “buenos y los malos”. Todo el mundo se pelea. Esto se debe a que Ferreyros y Luna se encargaron de poner como “los malos” a unos, entre ellos yo. Pero yo no soy ni bueno ni malo. La elección estuvo mal hecha y ya está. Eso es todo el problema. En último lugar, si el IPD está actuando de esta manera, lo hace de acuerdo a la ley; según el amparo del artículo 3º de la Ley 28523, que modifica la Ley de Promoción y Desarrollo del Deporte. Aquélla establece que ante una sóla impugnación, el IPD nombrará una comisión transitoria para que ponga orden y llame nuevas elecciones. En este caso, no ha impugnado en una liga de provincia, sino en 16. Pero esto va más allá, estas impugnaciones han pasado por un filtro legal para verificar si son sustentadas; si lo hacen, procede la transitoria. Esto es, sin duda, lo mejor que nos puede pasar, porque lo que va a hacer es poner orden y llamar a nuevas elecciones. Es una transitoria, justamente se llama así porque dura un periodo de tiempo corto, en este caso, creo que seis meses.

Esperemos que esta comisión tenga éxito…
Sí. Mira, por lo que yo tengo entendido, en esta transitoria está metido Óscar Ortigosa, Tomás Sangio, Oscar Sevilla… gente consciente, que ha sido presidente de la Federación antes y que, por otro lado, tampoco quiere quedarse allí de por vida.

¿Por qué tanto afán de los dirigentes en aferrarse a sus cargos?
Justamente, el tema de la Federación y todos sus conflictos suceden a partir de que los dirigentes hacen hasta lo imposible por quedarse, debido a que las academias deportivas de la Federación generan plata, mucha plata. El problema es que nadie sabe dónde termina esta plata. Pero fíjate que, en mi caso, a mí no me importaba nada de eso. Es más, no la pasé nada bien; no me hice ningún problema y me fui.

En caso de regularse todos estos problemas después de la comisión transitoria, ¿te gustaría regresar a la dirigencia de la Federación?
En otras circunstancias y condiciones, quién sabe. Quizás con otra gente, que quiera trabajar de verdad. Te digo que acá el básquet no se va a desarrollar sin dirigentes que la tengan clara y en este momento, lamentablemente, no hay muchos de éstos.

¿Por qué crees que al peruano sólo le gusta el fútbol?
No creo que al peruano sólo le guste el fútbol. La pregunta sería ¿Por qué a los periodistas les gusta sólo el fútbol? Es que este deporte arrastra a mucha gente; también, mucha plata. Pero hay mucha gente que juega básquet. En los colegios y universidades privadas y particulares, en todo tipo de niveles y de estratos sociales se juega básquet. Lo que pasa es que se ha maltratado mucho el juego, entonces hace mucho que no ganamos nada. En el fútbol tampoco. Pero el fútbol es un deporte muy simple: agarras una pelota, pones dos piedras y ya está. El básquet es un juego más complicado. Pero, como te digo, se juega mucho acá en el Perú, lo que pasa es que hay cierto nivel de incredulidad en que el básquet pueda pegar. Aunque yo soy un convencido de que sí. A la gente le gusta; sin embargo, los periódicos y la televisión no se interesan mucho en este tema porque argumentan que no jala a mucha gente. Pero no estoy de acuerdo con eso.

Pero se está presentando una oportunidad de que Cable Mágico transmita partidos de una liga…
Mira, en el año 2005 yo le presenté un proyecto a Cable Mágico para transmitir los partidos de una liga profesional. Habían aceptado, ya estaba todo hecho. Se venían mejores condiciones, pero ya te imaginas qué sucedió: se presentó la ley del “perro del hortelano” y boicotearon el proyecto. Pero ojalá que con la comisión transitoria, que la conforma gente consciente, se pueda retomar el tema. Aunque es probable que dentro de poco Cable Mágico transmita partidos de la liga, pero no sabemos en qué horario. Calculo que serán en horarios insospechados. ¿Si es un avance? Pues yo creo que no. Porque la televisión tiene una virtud: te desnuda tal cual eres. Si eres bueno, lo notarán; si eres malo, también te dejará en evidencia. Y la realidad es que el básquet peruano no está bien; por ello, si esta realidad es transmitida, nos va a desnudar y dejar mal parados. Son partidos de 40… 50 puntos, eso no nos ayuda mucho, ¿no crees? Esperemos que con la transitoria podamos caminar de nuevo, poner un poco de orden y olvidarnos de esta década que la manejó Ferreyros y su gente, que realmente fue un desastre para el básquet peruano.

¿Es muy difícil que la empresa privada invierta en el básquet nacional?
No. Esto es como un camión que está parado: trata de empujarlo; al comienzo no vas a poder o va a ser muy difícil. Pero cuando comienzas a hacerlo, cada vez es más fácil. Así, el tema es sacar al básquet de donde está, sacarlo de su posición de ‘peso muerto’. Comenzar a empujar y empujar. Al comienzo, no vendrán grandes inversiones, los auspiciadores no querrán poner su dinero, pero en la medida que vayas avanzando, seguramente que sí. La naturaleza de este juego lo hace mucho más entretenido que el vóley o el mismo fútbol. Es un juego mucho más rápido, dinámico y espectacular, inclusive. Mientras que, por ejemplo, en el fútbol la pelota anda por la mitad de la cancha y se agarran a patadas a cada rato; en el básquet es un ‘ir y venir’ constantemente, muy aparte de que si fallen o no. No obstante, como te dije, ahora no es muy conveniente la incursión de la televisión, pero en otras condiciones sería bueno.

¿Qué opinión tienes acerca de la idea de privatizar el básquet?
Es que, de por sí, la Federación es sólo un ente rector. Lo que tiene que hacer es poner las condiciones y las reglas para que esto se desarrolle. Después de eso, debe supervisar que quienes se afilien a la Federación cumplan esas reglas. Ojo, sólo supervisar. No tiene por qué actuar ni meterse ‘en la casa de nadie’, de ningún club, porque de hecho, el básquet es privado. Por ejemplo, si la Federación establece que los partidos se jueguen cuatro cuartos de 12 minutos; de acuerdo, entonces todos lo hacen. No obstante, eso no quiere decir que la Federación vaya a ser el árbitro o el cronometrista. Sólo controla que se jueguen cuatro cuartos de 12. Ahora la situación es crítica, debido a que las reglas no están dadas. Los dirigentes no funcionan; entonces, nosotros, los clubes, tampoco. El problema es muy grave.

¿Crees que en Perú hay biotipo para ganar algún día algo en el básquet internacional?
Pues, yo creo que sí, fíjate. Hay un dicho que dice “todo lo que hace 2.05m, lo puede hacer uno de 2.00; y todo lo que hace uno de 2.00m, lo puede hacer uno de 1.95m”. Además, nosotros también tenemos jugadores grandes: Ignacio de Ferrari (2.04m), Aldo de Ferrari (2.06m), Rodrigo Masías (2.06), Gonzalo de la Lama (2.02m); hay varios. Pero más allá de esto, lo que tiene que hacer una liga profesional, es comprometer la participación de extranjeros, como jugadores norteamericanos. Cuando este tipo de cosas pasan, siempre viene por lo menos uno que pasa los 2.00m para cada equipo. Pasaría lo mismo que en España, los norteamericanos se nacionalizaban españoles. Incluso, un norteamericano se casaría con una peruana y tendrían un hijo que es grandote. Te voy a dar un ejemplo claro: hace muchos años, vino un norteamericano, Mike Fritz Morris, y se casó con Marilú Menéndez, quien era pívot de la selección peruana. Tuvieron una hija que mide 1.96m. ¿Te das cuenta? El biotipo pasa a un segundo plano. Influyen los aspectos deportivos, sociales y las relaciones humanas. Sumándose a esto, ¿que si hay talento acá? Pues, yo creo que todos los países tienen talento. Nosotros también lo tenemos. Lo que pasa es que la competencia te trae para abajo. Es como si uno se vaya a entrenar todo un año con los San Antonio Spurs, regresas y la rompes. Ahora, traemos a Emanuel Ginóbili para que juegue un año; sucede lo inverso. Todo también depende mucho de la competencia, que te arrastra hacia donde está. Si la competencia está arriba, te lleva hacia arriba; si está abajo, te arrastra hacia abajo.

22 de junio de 2009

"Mis tres pasiones: el periodismo, el fútbol y la selección"

Entrevista a Daniel Peredo (11/06/2009)

Daniel Peredo, en uno de los salones de Isil.

Días antes de cumplir sus 40 años, Daniel Peredo, quien tiene la oportunidad de trabajar en prensa escrita, radial, televisiva y en un instituto dictando clases de periodismo deportivo, nos cuenta sobre sus inicios y su presente como periodista; asimismo, opina sobre la selección peruana.

Autor: Eduardo Li


De haber podido escoger tu propio destino, ¿hubieses preferido ser futbolista o periodista?
No, no. Yo nunca quise ser futbolista. No soy de esos periodistas que dicen que son futbolistas frustrados, que se fueron a probar a algún club, los rechazaron y como solución se metieron como periodistas. Yo no. Siempre tuve claro que quería ser periodista.

¿Eres hincha de la “U”?
No. Aunque todos los periodistas que estamos metidos en el fútbol hemos sido en algún momento hinchas de algún equipo. Yo no lo voy a negar, no voy a decir que ‘sólo he sido hincha de la selección’ pues, sería mentir. Es lógico que para gustarme tanto el fútbol, como me gusta ahora, tiene que haber sido por algo que haya comenzado desde muy pequeño. Por tanto, cuando era niño, era hincha de la “U”. Iba al estadio. Aunque nunca he sido un fanático, o sea, sólo un hincha que iba a algunos partidos importantes. Pero después entré al periodismo y conforme fue pasando el tiempo, fui perdiendo cualquier identificación con cualquier equipo. Entendí que para crecer como periodista, tenía que disminuir como hincha. Y ya después de casi 20 años de carrera, hoy, creo, más allá de lo que la gente pueda pensar, he perdido totalmente mi identificación con algún equipo. Soy hincha del equipo que mete el gol al momento de transmitir.

¿Crees que los periodistas no deberían decir abiertamente de qué equipo son hinchas?
Lo que pasa es que hay algunos prejuicios acá. Por ejemplo, si un periodista dice que es hincha de un determinado equipo y opina que éste jugó bien, o si le ‘pega’ a otro, automáticamente pueden relacionar su identificación con el equipo del que es hincha. Lo ideal para un periodista sería no tener ninguna identificación con ningún equipo o que ésta, en general para todos los que están en el mundo del fútbol, no influya en tu trabajo. Por ejemplo, como una vez dijo Mauricio Macri (Presidente de Boca Juniors) cuando vino a Perú, “lo peor que puede hacer un dirigente es pensar como hincha: tener cabeza caliente, tomar decisiones a penas termina un partido y este tipo de cosas”. Lo mismo hay que pedirle al periodista: que no trabaje como hincha.

¿Consideras que eres la voz más autorizada dentro del periodismo en el fútbol peruano?
No, no creo (sonríe). Sólo trato de hacer mi trabajo de la mejor manera posible. Respeto todas las opiniones. Trato de leer, escuchar y ver a todos, sacar mis propias conclusiones y opinar. No me creo para nada el juez ni el dueño de la verdad, como pasa con muchos periodistas en el Perú y creo que es un error. Pero sí me doy cuenta de algunos cambios, de algunas situaciones a partir de mi presencia en algunos lugares. Siento una buena onda con la gente en todos los estadios: en el Monumental, en Matute, en el San Martín, en el Callao, en provincias. Entonces, eso es algo que yo valoro mucho, que agradezco y trato de proteger.

¿Quiénes serían tus referentes en el periodismo deportivo?
Hoy, me parece que hay varios periodistas, dentro de una generación, de los que andan por los 45 años, muy marcada, pareja y competitiva. Éstos vendrían a ser: Alberto (Beingolea), Micky (Rospigliosi), Eddie (Fleischman), Trisano (Lucho), Barnechea (Gustavo), entre otros. Me parece que ellos son casi de la misma edad. Más allá de que soy un poco menor que ellos (40 años), no me llegan a considerar dentro de esa generación. Yo creo que la gente me identifica más con la de Koki (Gonzales) o Erick (Osores).

Muchos creen que tú sabes más de fútbol que Alberto Beingolea. ¿Crees que justamente por el hecho de que él pertenece a otra generación no te tomen a ti en cuenta para que conduzcas los programas que compartes con él?
Lo que sucede es que cuando yo entré al canal, él ya estaba a cargo de la conducción. Pero sí me gustaría conducir algún programa, no lo voy a negar. Creo que forma parte de un plan propio y de mis aspiraciones llegar conducir algún programa o tener uno propio. Hay momentos en los que sí me gustaría comentar un poco más. Sin embargo, dentro de la posición que tengo en el canal, me alcanza para demostrar lo que puedo saber y comentar. Como algunos dicen, “el tiempo se encargará de poner cada cosa en su lugar” y espero que el tiempo lo haga. Si no lo hace, bueno, yo este trabajo lo adoro. Como conductor, co-conductor, narrador, comentarista, trato de hacer lo mejor posible. Y hablando personalmente del tema de Alberto, yo tengo muchas cosas que valorarle. Él me deja ser. Yo reconozco que soy un tipo que mientras narra le gusta opinar y él me deja. Hay muchos comentaristas que te dicen: “Oye, tú narra pues; el comentarista soy yo”. Y el más claro ejemplo es mi narración y comentario en el gol de Fano (a Argentina), que narro 2 minutos con 15 segundos y le doy pase a Alberto diciendo “comenta, después de todas las repeticiones, Alberto Beingolea” y el árbitro ya había pitado el final; entonces él ya no lo consideraba necesario y simplemente dice “bueno, se acabó el partido, vamos abajo, Fernando (Egúsquiza”). El tipo tiene un gran nivel de tolerancia, manejo y es muy seguro de sí mismo. Estoy seguro que otros comentaristas en mi comentario de este gol me hubiesen cortado. Entonces, esto sí yo lo valoro de Alberto: que me deje ser. Esto sucede, de repente, también por la relación que tenemos nosotros fuera de cámaras, que somos personas que nos conocemos desde hace muchos años. En realidad, él no es un tipo fácil; no me lo malinterpreten. Es un tipo con mucha experiencia y mucho manejo. A veces el transmite la imagen de ser un tipo sobrado, pero no es así para nada.

¿Eres de escucharte cómo narras después de las transmisiones?
Sí, me gusta. Aunque al comienzo, no, por mi voz. En realidad me gustaba más comentar que narrar. Sentía, siento hasta ahora, no voy a cambiar, que mi voz es muy chillona para la narración. Pero creo que ha habido un cambio en la televisión en lo que se refiere la tendencia para transmitir, que coincidió justamente cuando yo entré a narrar en televisión, que tiene que ver con un cambio de emoción. Antes uno entraba a narrar en televisión y te decían “no seas radial”, por unas razones obvias, de descripción básicamente. Pero esto no quería decir que no seas emotivo. La televisión como que tuvo durante muchos años transmisiones muy lentas, calmadas, planas. Antes narraban más locutores que periodistas, tipos que aprovechaban más su voz que sus conocimientos de juego. En la actualidad quedan un par todavía (risas). Pero yo apuesto por lo otro.

¿Quiénes fueron tus referentes como narradores?
Siempre me ha gustado ver cosas de afuera. Mariano Closs me parece extraordinario, me gusta su capacidad para adelantarse; tiene la suerte de transmitir siempre desde el estadio y marca los fuera de juego, ve a los líneas (jueces), la posición de los jugadores. Eso admiro de él. Walter Nelson me agrada también; y el que nunca, Marcelo Araujo, me parece excesivo.

¿Qué sientes cuando vuelves a escucharte en la narración del gol de Fano (contra Argentina)?
Cuando termina el partido, al salir del estadio, ya sentía que algo había hecho. Así como hay jugadores a quienes los marcan sus goles, yo sentía que a mí me marcó el gol de Fano. Como que a partir de ahí hubo un antes y un después para el gol. Más allá de los gritos destemplados, creo que el gol es el reflejo de lo que yo soy cuando narro: soy hincha del equipo que mete el gol. Trato de identificarme o de ponerme en el lugar de la persona que está viendo el partido. Me parece que el gol lo habremos gritado los peruanos de una manera distinta que como cuando gritamos otro gol. Ese gol me permitió explotar mi pasión por el fútbol, el periodismo y la selección. La selección, como narrador, te da otras licencias y libertades que uno no tiene cuando transmite otro tipo de partidos. Cuando hay un córner puedes decir “vamos que lo ganamos, vamos con todo en ésta, vamos a meterla”; cuando defendemos, “defendamos bien, parémonos bien”.

¿Pelé o Maradona?
Maradona, porque yo lo vi jugar. La primera vez que vino fue en el 79, que llegó a Lima con Argentinos Juniors a jugar un partido contra la selección. Ese partido yo no lo vi, pero sabía de su existencia, sabía que se venía un jugador con mucho talento. Después, en el 81, vino con Boca a jugar dos partidos: uno contra la “U” y el otro contra Alianza. En esa época, cuando iba al estadio para ver los partidos importantes de la “U”, como te contaba, ahorré muchísimo y lo fui a ver. El precio de la entrada al campeonato nacional no tenían punto de comparación con la de Boca; había hartas colas y yo me levanté bien temprano a comprar mi entrada. Las amigas de mi mamá le decían a ella: “¿Cómo es posible que tu hijo se gaste esa cantidad de plata? Son cuatro kilos de carne, diez kilos de arroz. No puede gastar en eso”. Es que yo siempre he sido de clase media; ahora el fútbol y el periodismo me permiten tener algunas comodidades. Pero mis viejos siempre tenían claro qué era lo que yo quería ser: periodista deportivo.

¿Cuál es tu posición frente a la no convocatoria de Pizarro, Farfán, Acasiete y Mendoza?
Creo que en su momento, dejar sentada una medida de sanción era lo correcto, que los jugadores hayan sido suspendidos. Pero después de que haya pasado el tiempo de suspensión y que el técnico ya nos los convoque, me parece que éste termina personalizando la situación. Ellos tuvieron una sanción de 18 meses, éstos pasaron; ya está pues, ¿no? Fueron sancionados, cumplieron su sanción… ¿por qué sigue (Chemo) en esa idea cerrada de no llamarlos? Porque ya siente que se lo ha hecho a él. Me parece, como te repito, que termina personalizando la situación.

Entonces, ¿crees que deberían ser convocados?
Sí, aunque hoy ya no, pues… La más clara demostración de lo mejor que resulta al no venir a la selección es que Pizarro y Farfán, sin no venir, uno pasa por el mejor momento de su carrera y el otro está disfrutando de sus vacaciones, respectivamente. Les hicieron un favor al no ser convocados. Mira dónde está Guerrero: cambió su química con la gente; el tipo más querido por la hinchada termina por ser el más rechazado.

Acasiete siempre ha manifestado que le gustaría volver a la selección, ¿crees que lo mismo pasa con Farfán y Pizarro?
Allí hay una gran responsabilidad de los jugadores y su poco compromiso con la selección, pero también hay una gran responsabilidad del técnico de su poca capacidad por generar ese compromiso.

Viendo los últimos partidos de Perú contra Ecuador y Colombia, ¿sigues creyendo que los jugadores que juegan en el exterior vienen más que todo por obligación que por convicción?
Sí. Para graficarlo, antes cuando un jugador veía su nombre en la nómina de convocados se alegraba. Ahora, cuando no, piensa “qué paja no tener que ir a eso”. La Videna, lamentablemente, se ha convertido en una trituradora de carne.

¿Qué le faltó a Chemo durante toda la eliminatoria?
A la luz de los resultados, del manejo, de su planteamiento, le faltó todo. Le faltó ser técnico, estratega, líder… le faltó todo. Yo he reconocido públicamente que pensaba que le iba a ir bien. No he tenido tampoco temor en decir que una de las grandes decepciones como técnico de la selección peruana ha sido Chemo; por lo menos hasta ahora, ya que su carrera no se ha terminado tampoco.

¿Quién sería el idóneo para su reemplazo?
Pienso que hoy tenemos que darnos cuenta de que tiene que ser un técnico del extranjero, muy por encima del nivel del fútbol peruano; que tenga hambre, que asuma a Perú como un reto, que sepa que puede hacer historia. Y cuesta pues. Los técnicos de primer nivel cuestan. Acá el tema del sueldo del técnico de la selección se ha convertido en un tema nacional. Queremos traer al gran técnico y no gastar. No, pues. En el fútbol de hoy un gran técnico vale… y vale bastante.

Para finalizar, te voy a hacer un “ping-pong”. Te digo algo y me respondes con lo primero que se te venga a la mente.

Fútbol
Pasión

«Goles en acción»
Televisión

Milhouse (personaje de Los Simpson)
Me gritan

La “U”
Un equipo de fútbol

Alianza
Otro equipo

Lionel Messi
Maradona

Manuel Burga
Renuncia

Fútbol peruano
El pan nuestro

Tu hija, Fátima
Una nueva vida

21 de junio de 2009

Lagunas

Ya había hecho ciertas entrevistas a algunas personas para unos trabajos que me dejaban en el instituto; por ejemplo a más de una docena de taxistas, a unos amigos y a la decana de mi facultad, Gabriela de Bernardi. Pero esta vez, en un curso llamado redacción periodística, me mandaron a entrevistar a una persona mediática, a quien yo quisiera.

Escogí a Daniel Peredo, conocido periodista y comentarista de fútbol. ¿Las razones? Me gusta su forma de analizar este deporte y porque parecía (lo confirmé) ser una persona sencilla y con disposición para ser entrevistado; asimismo, es profesor de periodismo deportivo en el instituto en donde estudio, por lo que supuse que de alguna manera era muy posible contactarlo.

El tema es que me gustó mucho hacer esta entrevista, ya que nunca entrevisté a ninguna persona pública. Aun así, lo que me desenfocó no fue el hecho de estar frente a frente con Peredo, sino simplemente realizar un trabajo de campo, de investigación, hacer de periodista y realizar una nota. No es tan fácil. Uno debe arreglárselas para conseguir la cita o ir en busca del entrevistado, prepararse antes de realizar la entrevista e investigar acerca del tema y/o del sujeto.

Después, me mandaron a hacer un trabajo similar, entrevistar a una persona mediática o especialista en algún tema. Escogí a Richard Porras, ex vicepresidente de la Federación Peruana de Básquet, pero más conocido por ser comentarista de los partidos de la NBA transmitidos en CMD. Resultó interesante, con un ángulo más periodístico. Ya publicaré en unos días —o semanas— el post.

En conclusión, me invade un sentimiento... "agridulce". Más dulce que agrio (qué gay suena). Mi desorientación vocacional ha vuelto al ataque. Se abre una arista más en mis intereses y mi complicada mente holística. Resulta que me atrae estos trabajos de campo, de investigación y roce con otras personas; pero sobre todo, de enfrentar retos para conseguir una nota. La verdad es que me hubiese gustado que me dejen más trabajos como este y más exigentes también. Lamentablemente, el ciclo casi se termina; aunque es muy probable que en otros cursos más adelante se presenten retos similares. Por ejemplo, mañana debo ir a RPP a hacerle unas preguntas a la relacionista pública de dicho medio, para un curso de empresa y economía. No es una entrevista, pero igual me parece interesante.

El semestre pasado me fue muy bien en mis cursos, viéndose reflejado en las notas. Pero aun así, ninguno de los seis cursos que llevé (relaciones públicas, medios y realidad nacional, redacción básica, guión y producción de radio, fuentes de información, y fundamentos de la comunicación) me dieron pistas para decidirme en qué me quería especializar con relación al mundo de las comunicaciones.

No es para alocarse tampoco. No es que ahora quiera ser periodista. Eso sí, se abre una posibilidad más (seguramente es algo positivo, más allá de mis lagunas). Me gustaría practicar en algún medio. Lo malo, es que no me gusta mucho la política, ni tampoco tengo el hábito de leer. Estoy jodido. Sin embargo, me gusta investigar, saberlo todo.

Tengo que hacer un agradecimiento especial a mi profesor de redacción periodística, Martín Higa. Aprendí mucho en su curso. Siento que le interesa mucho que sus alumnos capten lo que él enseña. Ser profesor de Isil no es fácil. Bueno, depende de dónde o cómo lo veas. Si eres un profesor vago, es pichanguísima, te vas a rascar las bolas y ya. Seguro nadie se quejará. Pero si eres un profesor que realmente quiere que los alumnos aprendan, ahí sí se te va a hacer yuca y te vas a estresar. Al alumno de este instituto tienes que motivarlo mucho para que pueda responder a las exigencias. Entonces, creo que Higa, más allá de su típica y sacarcástica frase “en fin, hagan lo que quieran”, es buen motivador. Además, tiene un sentido del humor muy picante.

A continuación, les presento la entrevista —transcrita— que le hice a Peredo. El video lo colgaré una vez que le consulte a éste, para saber si tiene algún inconveniente al respecto.